Más líbranos del mal. Amén

La Gran Mezquita de Gaza (S. XIV), imagen de finales del siglo XIX – destruida durante el urbi-genocidio sionista de 2023-2024. Fuente de la imagen: https://en.wikipedia.org/wiki/Great_Mosque_of_Gaza

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José Pérez de Lama — en construcción

El título, como reconoceréis la mayoría, es el final de la oración más importante del cristianismo. En los tiempos que corren, no parece que el ruego esté haciendo efecto. El mal parece dominar el mundo de manera ostensible: siendo para mí el genocidio en Gaza, a la vista de todos, y con el apoyo de los países mas ricos, poderosos y «avanzados», su aspecto más patente. Pero hay muchas otras cosas, entre otras, para mí, el abandono cada vez más deliberado de la mitigación del cambio climático y demás cuestiones ambientales.

En un bello librito que Nuccio Ordine dedicó a la memoria de su amigo George Steiner, judió de origen austríaco, se ve que esto del mal era un tema que les preocupaba. Para Steiner, era sobre todo la memoria del Holocausto de los nazis alemanes, la Shoah según la denominan los judíos. Dos citas:

Ordine / Steiner; en N. Ordine, 2023, George Steiner, el huésped incómodo, pp. 40-41.

«¿Los estudios humanísticos nos hacen más humanos?

»El liberalismo y el positivismo científico del siglo XIX veían natural la esperanza de que la extensión de la escolaridad, del conocimiento científico y la producción, del desplazamiento libre y el contacto entre comunidades, llevaría a una mejora sostenida en la civilidad, en la tolerancia política, en las costumbres tanto públicas como privadas. Cada uno de estos axiomas propios de una esperanza razonable han sido probados como falsos.

»No se trata solo de que la educación se haya revelado incapaz de hacer que la sensibilidad y el conocimiento resistan [a] la sinrazón asesina. Aún más turbadoramente, la evidencia es que esa refinada intelectualidad, esa virtuosidad artística y su apreciación y la eminencia científica colaborarían activamente con las exigencias totalitarias o, como mucho, se mantendrían indiferentes al sadismo que las rodeó. Los conciertos brillantes, las exposiciones de grandes museos, la publicación de libros eruditos, la búsqueda de una carrera académica, tanto científica como humanística, florecen en las proximidades de los campos de la muerte. El ingenio tecnocrático sirve o permanece neutro ante el requerimiento de lo inhumano. El símbolo de nuestra era es la conservación de un bosquecillo querido por Goethe dentro de un campo de concentración.»

Ordine / Steiner / citando a Italo Calvino en Ordine, 2023, p. 60:

«¿Cómo sobrevivir en el infierno?

»El infierno de los vivos no es algo que será; si hay uno es algo que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.»

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Escribía yo hace unos días en las redes sociales: «El Mal. Creo que los seres humanos somos capaces de optar por el bien o por el mal.» Pensar-sentir que la opción por el bien es mejor, a mi juicio, es fundamentalmente una creencia, una cuestión de fe. También, para mí, una cuestión estética. Hay numerosísimos estudios, teorías y religiones, que dicen eso, pero también hay teorías y prácticas que dicen lo contrario. Algo así decía David Graeber sobre la esperanza en un mundo mejor, que era algo en que sólo podemos creer, acerca de lo que no podemos tener certezas absolutas.

Seguí en las redes, contestando a un amigo, que me comentaba sobre Ucrania y Venezuela y que me decía que era difícil pretender ser el que «tire la primera piedra»: «Creo que por suerte o por desgracia hay niveles de mal. Y también hay grupos y personas que se esfuerzan por optar por el bien — como decía Calvino. Entiendo también que el bien y el mal no son conceptos absolutos e incontrovertibles. Sin embargo, el genocidio — me parece a mí — es de lo peor posible.»

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Bilal Butch Ware, candidato por el partido Verde a la vicepresidencia de Estados Unidos en las próximas, desgraciadas, elecciones, decía que para cambiar el mundo era necesario un cambio espiritual — lo decía haciéndose eco de Malcolm X, cuya autobiografía, estimulado por los discursos de Ware, leí estos días.

Estos párrafos son poco más que una muestra de perplejidad y confusión. Y una invitación a creer en que hacer el bien es posible, individual, social y planetariamente, y que sería bueno para cada uno de nosotros y para el mundo. Una ingenuidad escribir esto así. ¡Qué le vamos a hacer!

Más líbranos del mal. Amén.

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