Dos poemas de Francisco Jarauta

Francisco Jarauta, imagen publicada en La Verdad, Murcia (recorte). Fotografía de Martínez Bueso, 2022.

___

Selección y comentarios de José Pérez de Lama

Hacia 2022 un grupo de amigas y amigos arquitectxs propusimos a Francisco Jarauta tener con él una serie de conversaciones, que pudieran acabar en la publicación de un libro. A Francisco, muy amablemente, le pareció una idea atractiva. Al menos cuatro de los miembros del grupo habíamos tenido a Jarauta como presidente de nuestros tribunales de tesis doctoral. Otro de ellos era el potencial editor. Tuvimos algunas conversaciones, siguiendo el intenso programa de conferencias y seminarios del filósofo-amigo — en Málaga, luego en Ronda — y diversos contactos electrónicos. Desafortunadamente, el proyecto quedó interrumpido por mis problemas de salud.

Durante aquel período de leer materiales y ver vídeos de conferencias de Jarauta, algunas de las preguntas que nos hacíamos eran, ¿cómo clasificar sus saberes y conocimientos? y sobre todo ¿cuál es la razón por la que sus conferencias, y también las conversaciones con él, producen entre muchas personas, como era nuestro caso, una gran fascinación?

Hace unas semanas, otros amigos de Jarauta, Javier Marín Ceballos y Pedro Medina, editaron un nuevo libro con textos de Jarauta titulado Poéticas del fragmento (Artsolut – Lancelot, Murcia, 2024). En primera instancia aparece como un libro de poemas, lo que nos sorprendió un poco. En la introducción los editores explican que se trata de una selección de fragmentos procedentes de diversos textos del autor, elegidos por su especial intensidad poético-filosófica, y presentados como si se tratara de poemas relativamente autónomos, con títulos puestos por los editores.

El primer efecto que me produjo la lectura fue el de que estuviera, como decían Proust y Nabokov, escritos en una nueva lengua, en «una lengua extraña». Releyendo, y aún estoy en el capítulo 1, «Escrituras», he ido apreciando más cosas. Estos dos «poemas» a continuación, estimo que contribuyen a responder en parte a las preguntas que nos hacíamos sobre el estilo y la fascinación de la palabra de Jarauta:

El orden de los fragmentos

Si la tarea del arte no es otra que la de «hacer visible

el mundo», este propósito pasa a ser la dificultad

a la que responder desde la construcción

de un nuevo lenguaje que haga suya

tanto la insuficiencia lingüística de la representación,

construida sobre la observación del sistema

de las apariencias, como la nueva complejidad

que lo real representa.

De Debussy a Schönberg, de Baudelaire a Mallarmé,

de Cézanne a Picasso, se proyecta la búsqueda

de una escritura, instalada en el límite sobre

el que se construye el arte de nuestro tiempo.

Es un largo proceso en el que, desde estrategias diversas,

domina la idea de la obra, sostenida entre los límites

de lo que Wittgenstein ha definido como lenguaje

y mundo, y pensada desde la idea de construcción.

Nace así la exigencia de tratar la realidad «como una

tarea y una invención», de abandonar toda proposición

en indicativo, es decir, toda aserción definitiva

y absoluta, para pasar a la forma del subjuntivo,

en el sentido de la posibilidad.

El arte se organiza como discurso de lo incompleto,

de lo no resuelto; es una incesante emancipación

de lo particular frente a la totalidad.

Puede ser que de aquella totalidad perdida

quede la nostalgia, surja una mirada melancólica,

pero esta se verá atravesada una y otra vez

por la risa de Zaratustra.

En el orden de los fragmentos

lo negativo es entendido como

laboratorio de una experimentación

cuyo tiempo no nos es dado predecir.

___

El ensayo

Surge de la renuncia al derecho absoluto del método

y a la ilusión a poder resolver en la forma del sistema

las contradicciones de la vida.

Es el modo de descomposición de la unidad

y de la reunificación hipotética de las partes.

Dar forma al movimiento, imaginar la dinámica

de la vida, reunir según precisas y provisionales

estructuras aquello que está dividido, y distinguirlo

de todo lo que se presenta como supuesta unidad,

ésta es la intención del ensayo.

Piensa su objeto como descentrado, hipotético,

regido por una lógica interna, borrosa, indeterminada;

su discurso es siempre aproximación.

Es tan solo una variación en la serie abierta

de las aproximaciones que posibilita recorrer

no solo la distancia, sino también el otro rostro

de lo percibido, aquella historia que nunca aconteció.

Esa distancia respecto a lo evidente

es lo que hace del ensayo

la forma crítica por excelencia;

su ejercicio es una provocación del ideal

de la clara et distincta perceptio

y de la certeza libre de duda.

Obliga a pensar la cosa, desde el primer momento,

como regida por una complejidad lógica,

cuya resolución atraviesa el libre juego de un aleatorio

impreciso e indeterminado en sus comportamientos.

El ensayo no oculta su dimensión errante.

______

Comentarios:

Los poemas seleccionados van precedidos por otros en que se presenta la idea de la convergencia, a partir del Romanticismo, de filosofía y literatura, Denken und Dichtung en alemán. La filosofía, la razón, deja de percibirse como suficiente para explicar — o para enfrentarnos a — el mundo y la vida. Los románticos y posteriores sienten / piensan que la literatura, la poesía, el arte tienen la capacidad de acceder allí donde la razón lógica no puede alcanzar.

En El orden de los fragmentos destacaré un par de cuestiones. La primera es la atribución al arte de la tarea de «hacer visible el mundo», lo cual, para Jarauta, sería un problema relacionado con la invención de nuevos lenguajes. Más adelante incide en la idea de «tratar la realidad como una tarea y una invención», algo que no preexiste, por tanto, sino que ¿el arte? debe construir.

Esta construcción que lleve a cabo el arte, no obstante, siempre será parcial e incompleta, nunca perfectamente resuelta, «una incesante emancipación de lo particular frente a la totalidad». Esta idea de la preeminencia de lo particular sobre lo general me complace especialmente. Me recuerda a Adorno, quien pienso que está muy presente en el pensamiento de Jarauta.

Acaba «el poema» con una alusión a «lo negativo», un término que me resulta algo críptico. También lo asocio, no sé si con razón, a Adorno, sobre el que leo lo siguiente: «La dialéctica negativa rechaza la idea una síntesis final, enfatizando en su lugar la importancia de mantener la tensión entre elementos contradictorios y resistiendo la tentación de susbsumir lo particular en conceptos abstractos y totalizadores». La fuente es Wikipedia, quizás poco sofisticada, pero me parece que lo que dice sintoniza bien con el texto jarautiano.

El ensayo. Es éste el género de escritura que Jarauta viene cultivando más estos últimos años. Sus numerosas conferencias podrían considerarse también expresión del pensamiento ensayístico, mediado por su extraordinaria vis oratoria, su virtud o capacidad de hablar en público. Tal vez las entrevistas, también muy inspiradoras, una manera de conversar, constituyan su otra forma de expresión destacada en años recientes.

El «poema» titulado El ensayo me parece de más fácil lectura que el anterior. También creo que nos da muchas claves sobre su forma de hacer filosofía-literatura. Destaco un par de asuntos. Primero su rechazo, en el primer párrafo, del método y el sistema, que imagino como la ordenación del discurso según una razón lógica estricta. El poema acaba con la propuesta de «la errancia» como alternativa — algo que interpreto, entre otras cosas, como un recuerdo de George Steiner (por ejemplo según comenta a Nuccio Ordine en el bello librito que una vez me recomendó el propio Jarauta, El huésped incómodo (Acantilado, 2023).

La segunda estrofa describe para mí un aspecto importante de la manera de hacer ¡de los hackers! Descomponer una unidad o sistema preexistente y recomponerlo, hipotéticamente, para producir un nuevo mundo.

El ensayo, nos dice Jarauta, será una aproximación al asunto del que trata, un elemento de una «serie abierta» de posibles variaciones.

Es un ejercicio de distanciamiento respecto de las explicaciones y narraciones evidentes — de los lugares comunes, tal vez. La «forma crítica por excelencia», que cuestiona el ideal de la percepción clara y distinta de las cosas, y las certezas libres de cualquier duda. Una concepción del ensayo que recuerda también a Michel de Montaigne.

______


Publicado

en

, ,

por

Comentarios

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *