Imagen: Ivan Illich, Wikimedia Commons
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Una conocida cita de una persona tan respetable como Miguel Delibes:
«La medicina ha prolongado nuestra vida, pero no nos ha facilitado una buena razón para seguir viviendo.»
Especial del Mundo con motivo de su fallecimiento: http://www.elmundo.es/especiales/2010/03/cultura/miguel_delibes/
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Cada vez conozco a más ancianos — como Delibes — y más enfermos graves con un gran deseo de morir sin apurar los recursos de la medicina «moderna» para hacerlos sobrevivir. En mi caso, que llevo unos años enfermo, lo que me plantean los médicos del sistema burocrático-industrial-hospitalario es que, con suerte, llegue a convertirme en un enfermo crónico y una persona dependiente más o menos estable. El cuerpo lleno de prótesis y conectores varios. ¡Vaya mxxxxx de plan! Y como decía Iván Illich la mitad de las enfermedades que he ido acumulando estos meses son de origen «nosocomial», esto es, adquiridas por contagio o por efectos colaterales de los tratamientos en el propio hospital — nosocomio. «Yatrogénicas» decía también Illich: generadas por el propio sistema industrial de salud. [Ver referencia 1] Y mi hospital es un hospital de primera, de referencia nacional dentro de nuestro sistema de salud pública. Y por mis breves experiencias, sin grandes diferencias respecto de la sanidad privada — las diferencias, si acaso, a favor de lo público. Al menos, lo que te hacen en la salud pública es, idealmente, en tanto que un derecho como ciudadano.
Sobre la muerte, decía Illich — un poco como Delibes — que no era bueno tratar de retrasarla a toda costa según pretende la medicina moderna. Sino prepararse para recibirla, cada cual según sienta que le toque. No estoy seguro si ya estoy improvisando, pero creo que decía también que deberíamos desarrollar un ars moriendi, un arte de morir — en paz con el mundo y con nosotros mismos. Y cuando cada cual, como decía — tal vez en compañía de su familia y de sus amigos — decida él o ella misma hacerlo — sin necesidad de autorización de nadie. Es difícil que se nos ocurra algo más personal que esto de la propia muerte.
Y mas allá de esta teoría sobre el arte y la libertad de morir cuando uno quisiera, con la que seguro que muchos están de acuerdo, tendría que ser fácil acceder a los conocimientos y los medios para poder hacerlo de forma civilizada — incluso cursillos para los interesados, lo menos oficiales posible, eso sí. Morir dignamente dicen. Existe en España la ley de eutanasia (2021), pero es algo extraordinariamente burocrático y bastante inaccesible: como hacer el IRPF varias veces, para solicitar que un comité de expertos lo acepte y lo autorice y otro lo ejecute… Para los que no participamos de los gozos de la burocracia algo bastante patético. [Véase referencia 2.] Algo parecido ocurre con la llamada Voluntad Vital Anticipada, una declaración en la que una persona expone hasta donde deberían llegar los médicos con lo que he llamado el «hacer sobrevivir» en caso de enfermedad avanzada. [Referencia 3.]
Por otro lado, diría que son miles los ancianos y enfermos relativamente terminales a los que se les suministra «sedación» como paso inmediato hacia la muerte, aunque sólo sea para evitar la parte más dolorosa de la agonía. Eso me parece fenomenal. Más bien considero que deberían poder recibir algo parecido a esta «sedación» muchas más personas de acuerdo con su propia voluntad, sin necesidad de llegar a una etapa de dependencia total o desesperación.
Vengo pensando últimamente que igual que el estado no se inmiscuye demasiado en la concepción de una nueva vida — una actividad típica y normalmente íntima de las parejas (por supuesto que la iglesia o el estado maoísta sí que intentaron controlar la sexualidad y los nacimientos) algo parecido tendría que ocurrir con la muerte. [Nota: No siendo desdeñable para esta consideración el actual escenario de catástrofe ambiental más o menos deliberada. Las élites y los estados pueden destruir la biosfera que hace posible la vida de todos, humanos y no-humanos, pero los individuos se supone que no pueden decidir sobre su propia muerte.]
Una persona enferma debería tener siempre la posibilidad de decir a sus médicos, como algo natural, «¡Hasta aquí hemos llegado! Ahora ayúdenme a morir digna y pacíficamente». Eso sería otro arte de la salud. Algunos lo llaman de «la buena muerte». En la práctica parece que no es tan fácil.
Pd/ O mejor aún, tal como se puede comprar una caja de preservativos en el supermercado, quizás también debería poderse comprar de forma sencilla un «kit básico para la buena muerte» — incluso con distintos sabores y estilos. Lo cual no quita que podamos considerar tanto la vida como la muerte dotadas de un cierto carácter sagrado, signifique esto lo que signifique.
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Referencias
[1] Joseph T.F. Roberts, 2023, Ivan Illich’s Medical Nemesis: Is Modern Medicine Harmful?, https://www.thecollector.com/ivan-illich-medical-nemesis-modern-medicine/ accedido 15/05/2024
[2] Francisco Romero, 2024, Aquí no hay quien muera (dignamente), La Voz del Sur https://www.lavozdelsur.es/la-voz-seleccion/reportajes/eutanasia-aqui-no-hay-quien-muera-dignamente_312315_102.html — accedido a través de la web de la asociación Derecho a Morir Dignamente, accedido 15/05/2024
[3] Asociación Derecho a Morir Dignamente «Haz tu Testamento Vital» (Andalucía) https://derechoamorir.org/testamento-vital/#andalucia accedido 16/05/24
[4] Web «Voluntad vital anticipada« Junta de Andalucía https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/ciudadania/derechos-y-garantias/voluntad-vital-anticipada
Otros enlaces:
https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-63631-2006-02-27.html
https://www.pagina12.com.ar/546194-carlos-soriano-no-hay-mayor-libertad-que-vivir-y-morir-digna
https://en.wikipedia.org/wiki/Dignitas_(non-profit_organisation)
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